miércoles, 20 de mayo de 2009

"Felipe II y la Lonja de Mercaderes de Sevilla (1572)".

La antigua Lonja o Casa Lonja de Sevilla se crea tras el acuerdo alcanzado por el arzobispo de la ciudad don Cristóbal de Rojas y Sandoval con el monarca Felipe II en 1572 para la construcción de un edificio específico para los tratos de compra-venta de los mercaderes de Sevilla de aquella época.
En efecto, durante la breve estancia de quince días que de monarca pasó en los Reales Alcázares de esta ciudad en 1570, pudo ver los tratos que los mercaderes realizaban en las gradas de la Catedral de Sevilla, en el interior del Patio de los Naranjos e incluso dentro del propio templo en días de lluvia, lo que ocasionaba las continuas quejas y protestas del arzobispo. Por ello, el rey considerando estas razones acuerda que se haga una Lonja en lugar conveniente "y a propósito para dicho efecto". Para dicha Lonja elabora un proyecto Asensio de Maeda, si bien el que se llevó a la práctica fue el del arquitecto real Juan de Herrera; y aunque éste redactó su propuesta en 1572, la obra no se comienza hasta diez años más tarde. El edificio se levanta exento y sobre unas gradas para superar el desnivel del terreno, elegido junto a la antigua judería, entre la Catedral y las murallas del Alcázar. Su planta es prácticamente un cuadrado, albergando en su interior un patio monumental donde se superponen semicolumnas dóricas y jónicas, como en el Claustro de Los Evangelistas del Monasterio del Escorial, con el que la Lonja sevillana guarda ciertas similitudes. A causa de las ocupaciones de Juan de Herrera en otras obras reales, las de la Lonja de Sevilla las dirige su aparejador Juan de Minjares, quien apenas introduce modificaciones, simultaneando este trabajo con los que por entonces realizaba en la Alhambra de Granada. Se trata de un gran edificio renacentista concebido dentro de los más estrictos cánones de los tratadistas clásicos, aunque sin imitarlos; pues en él Herrera plasma sus personales y claros conceptos arquitectónicos. En su fachada predomina la masa sobre los huecos, y su vista causa la grata sensación del contraste producido entre la piedra y el ladrillo, a cuyos efectos cromáticos se suman las luces y sombras creadas por los finos resaltos de su ritmo pausado. No obstante, el ambiente artístico de la ciudad acaba apareciendo, incluso transformando las previsiones de Herrera para esta Lonja, debido tanto a la lentitud de las obras como a la intervención en ella de dos artistas: Miguel de Zumárraga y sobre todo a Alonso de Vandelvira, hijo del gran arquitecto Andrés de Vandelvira, quien desde 1589 ocupa el puesto de aparejador de la Lonja, y luego el de arquitecto de la misma a partir de 1610, y a quien se relaciona el diseño de las galerías del piso alto y sus espléndidas bóvedas. A Vandelvira le sucede el citado Miguel de Zumárraga sin que llegara a concluirlas, cosa que haría ya en 1646 Pedro Sánchez Falconete, arquitecto a quien se puede considerar como el epílogo de la arquitectura sevillana del renacimiento. Posteriormente este noble edificio sería destinado a fines más importantes que para los que fue creado, pasando a ser sede del Archivo de Indias, como también se le conoce. La Lonja de Sevilla está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y Bien de interés cultural con categoría de Monumento.

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